En este texto encontrará numerosos modelos construidos para empresas,

por lo cual verá que el análisis de los mismos conduce a decisiones “óptimas”. Esto suena

muy bien: ¿qué podría haber mejor que una decisión “óptima”? Pero el lenguaje puede ser

engañoso si no se comprenden a fondo los conceptos en cuestión. En este contexto, la decisión

óptima es la que ofrece la mejor respuesta para el problema abstracto planteado en el modelo;

por ejemplo, una respuesta que maximice las ganancias. Pero, ¿acaso es también la mejor respuesta

para la situación de la vida real que, por principio de cuentas, nos indujo a construir el

modelo? Esto es lo que tendrá usted que averiguar, sobre todo antes de poner en práctica la recomendación

extraída del modelo. La decisión de aplicar o no una recomendación en particular

siempre es una cuestión de juicio, pero la calidad de tal juicio dependerá, en un grado considerable,

de lo bien que haya comprendido usted la relación entre el modelo y la situación real que

se ha intentado reflejar en él.